El legado de la tradición


El objeto más valorado en la ceremonia del té es el chawan o cuenco. Pueden tener una amplia gama de tamaños, formas, estilos y ornamentaciones. Son seleccionados de acuerdo con el tipo de té que se sirve o las estaciones del año en las que se usan o según los gustos particulares de sus poseedores. Así, por ejemplo, los cuencos poco profundos, que permiten que el té se enfríe rápidamente, se utilizan en verano; los cuencos hondos que mantiene caliente el té verde durante más tiempo son propios del invierno. En cada estación se elegirán aquellos cuencos cuyos tonos o motivos se correspondan a los característicos de cada momento del año. En cualquier caso, son piezas únicas, realizadas a mano, que incluso pueden tener sus nombres propios. Son especialmente apreciados aquellos cuencos de tipos o técnicas tradicionales, como Raku, Bizen, Seto, Iga, Oribe, Karatsu, Mino, Shino, Shigaraki, etc., surgidas en el periodo Momoyama y cuyos rasgos se acomodan a la estética del sabi, wabi y shibumi. Estas piezas se caracterizan por su simplicidad que se muestra en sus sencillas formas, sus austeras tonalidades o, en su caso, en sus esquemáticas decoraciones. También se singularizan por su aparente imperfección que se manifiestan en sus asimétricos diseños y en las texturas de sus superficies, en las que, además de apreciarse la huella de la mano o de los instrumentos que se han utilizado en su ejecución, se suceden áreas lisas y suaves junto a zonas rugosas con cuarteados, burbujitas, agujeritos e incluso partes inacabadas y vidriados irregulares.

La elegancia de la tradición.
El legado del ceramista japonés Tanzan Kotoge
Museo de Zaragoza, 2018 150 años España-Japón

Fotos de Raul Carrera

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